15 de Septiembre de 2021
Estados Unidos es el líder mundial en encarcelamiento masivo, hay 2.3 millones de personas en las prisiones y cárceles del país, un aumento del 500% en los últimos 40 años. Los Estados Unidos representan el 5% de la población mundial, sin embargo el 20% de las personas encarceladas del mundo están aquí, es decir uno de cada cinco personas en prisión a nivel mundial están en los EE.UU.
Este aumento de personas, principalmente afroamericanas y latinas, siendo encarcelados no se debe a un aumento en los índices de delincuencia, sino más bien a los cambios en la legislación y la política en materia de condenas. Una de las consecuencias principales del encarcelamiento masivo es el hacinamiento en las cárceles y una mayor carga fiscal sobre los estados para dar cabida a un sistema penal en rápida expansión, a pesar de las crecientes pruebas de que el encarcelamiento a gran escala no es un medio eficaz para lograr la seguridad pública.
¿Como ocurrió este aumento de la población encarcelada?
A partir de la década de 1980, se inicio una política llamada la “Guerra contra las Drogas” que llevo a miles de jóvenes mayormente afroamericanos y latinos a ser encarcelados y condenados por posesión y uso de drogas aun si no han cometido algún crimen violento en comparación a jóvenes anglosajones acusados de la misma ofensa pero que sirven sentencia menores. Los hombres negros tienen seis veces más probabilidades de ser encarcelados que los blancos y los latinos tienen 2,5 veces más probabilidades.
En 1980 el número de personas encarceladas por delitos de drogas era de 40.900, ese número se incremento a 430.926 en el 2019. En gran parte porque muchos estados aumentaron las sentencias mínimas obligatorias que mantienen a muchos jóvenes en la prisión por periodos más largos. Por ejemplo en 1986 las personas sentenciadas por algún delito federal de drogas habían pasado un promedio de 22 meses en prisión, para el 2004 el tiempo promedio en prisión había aumentado a 62 meses, es decir el triple de duración. A nivel federal, las personas encarceladas por una condena de drogas constituyen casi la mitad de la población penitenciaria. A nivel estatal, el número de personas encarceladas por delitos de drogas se ha multiplicado por nueve desde 1980, la mayoría no son narcotraficantes de alto nivel, y la mayoría no tiene antecedentes penales por un delito violento.
Según el informe “Estados de Encarcelamiento: El Contexto Global 2021”, publicado por el Prison Policy Initiative el miércoles 8 de Septiembre del 2021, y que analiza los datos de Estados Unidos desde 31 de diciembre de 2019, poco antes de que la pandemia de COVID-19 se declarara en Estados Unidos, y los datos internacionales recogidos por World Prison Brief, en el año 2021 determino por ejemplo que:
“La tasa de encarcelamiento en las prisiones y cárceles del estado de la Florida es de 795 personas por cada 100.000 habitantes, (incluyendo prisiones, cárceles, centros de detención de inmigrantes y de justicia juvenil), un porcentaje mayor de la población que muchas democracias Europeas”.
El Departamento Correccional de Florida (FDC) es el tercer sistema penitenciario estatal más grande del país, con un presupuesto de 2.76 billones de dólares, aproximadamente 80.000 reclusos encarcelados y casi 145.000 individuos en libertad condicional. De hecho, la tasa de encarcelamiento de Florida es superior a la de los 13 países fundadores de la OTAN y los 11 países de la comunidad europea. Desde 1996, el número de personas que cumplen 10 o más años de prisión se ha triplicado.
¿Ha mejorado la encarcelación masiva la seguridad pública?
Según Emily Widra y Tianna Herring, líderes principales de la investigación de la Iniciativa Política Penitenciara, el encarcelamiento masivo no se alineo con los índices de criminalidad:
“Durante cuatro décadas, Estados Unidos se ha embarcado en un experimento sin precedentes a nivel mundial para hacer que cada parte de su sistema de justicia penal sea más expansiva y más punitiva. Como resultado, el encarcelamiento se ha convertido en la respuesta por defecto de la nación a la delincuencia, con, por ejemplo, el 70 por ciento de las condenas resultando en el confinamiento – mucho más que otras naciones desarrolladas con tasas de criminalidad comparables”.
“Nuestro nuevo análisis de las tasas de encarcelamiento y de los índices de delincuencia en todo el mundo revela que las altas tasas de encarcelamiento de Estados Unidos no son una respuesta racional al alto índice de delincuencia, sino más bien una respuesta políticamente conveniente a los temores y percepciones de la población sobre la delincuencia y la violencia.”
Hay varios factores que explican porque la encarcelación masiva tiene un impacto modesto sobre la delincuencia:
- En primer lugar, el encarcelamiento es particularmente ineficaz para reducir ciertos tipos de delitos, por ejemplo los delitos juveniles, muchos de los cuales se cometen en grupo, y los delitos de drogas. Cuando las personas son encerradas por estos delitos, son fácilmente reemplazadas en las calles por otras que buscan un ingreso económico o luchan contra la adicción.
- En segundo lugar, la gente tiende a “envejecer” la delincuencia. Las investigaciones demuestran que la delincuencia alcanza su punto álgido a mediados o finales de la adolescencia y comienza a disminuir cuando los individuos tienen alrededor de 20 años. A partir de ahí, la delincuencia disminuye considerablemente cuando los adultos llegan a los 30 y 40 años.
Las tasas de reincidencia disminuyen notablemente con la edad, las penas de prisión prolongadas, a menos que se dirijan específicamente a delincuentes extremadamente peligrosos y violentos, son un enfoque ineficaz para prevenir las adicciones y la delincuencia juvenil. En consecuencia, las prácticas de imposición de penas excesivas en Estados Unidos son en gran medida contraproducentes y extremadamente costosas.
Los únicos países que se acercan a la tasa de encarcelamiento y de “delitos violentos” de cualquiera de los 50 estados de EE.UU. son El Salvador, Panamá, Perú y Turquía. Ningún otro país encarcela a tanta gente, incluidos los países con tasas similares de “delitos violentos”.
¿Cómo Cristianos que estamos llamados a hacer?
“Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”. (Levítico 25:10. Reina-Valera 1960).
El Jubileo en Levítico 25 está previsto que tenga lugar cada “sábado de sábado” o cada 49/50 años. La práctica anunciada es: -liberación de las deudas de cada miembro de la comunidad (25.35-42) -retorno de las tierras apropiadas o confiscadas a sus propietarios originales (25.13, 25-28) -libertad para los que se habían convertido en esclavos (25.47-55).
La palabra Jubileo en hebreo es la misma palabra para cuerno de carnero. El cuerno de carnero se sopló en la victoria y en la liberación de la batalla de Jericó. Las implicaciones aquí son claras, el cuerno de carnero anuncia: “¡La paz y la liberación ha llegado!”. Así, el Jubileo bíblico es un anuncio de la paz de Dios y la liberación para el pueblo de Dios. Así que la paz de Dios implica la justicia carcelaria en nuestra sociedad.
“El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor”. (Lucas 4:18-19. RVR1960).
Este pasaje de Lucas donde Jesús cita a Isaías capitulo 61 nos muestra especialmente el carácter jubiloso del ministerio de Jesús como el que trae la “liberación” a los presos y cautivos.
Si adoptamos un enfoque de Jubileo bíblico nos involucraremos de una forma directa y práctica en la reforma de la justicia penal, podemos reducir la delincuencia, mejorar la seguridad pública y hacer un uso más responsable de los recursos fiscales del estado de la Florida.
En particular, tenemos que empezar por abogar por:
- Eliminar las sentencias mínimas obligatorias y reducir las sentencias excesivamente largas; por ejemplo, las que imponen un máximo de 20 años de prisión para delitos de drogas no violentos.
- Aumentar los recursos a la prevención y el tratamiento del abuso de sustancias en la comunidad.
- Invertir en intervenciones que promuevan un desarrollo sólido de los jóvenes y respondan a la delincuencia de forma adecuada a la edad y con oportunidades de entrenamiento laboral.
- Examinar y reformar las políticas y prácticas, conscientes o no, que contribuyen a la desigualdad racial en cada etapa del sistema de justicia.
- Invertir y facilitar más acceso a la educación para individuos que se encuentren cumpliendo sentencias.
- Eliminar las barreras que dificultan que las personas con antecedentes penales den un giro a sus vidas.
- Restaurar el derecho al voto a personas que ya han cumplido sus penas.
Jesús aludió a que su ministerio era el comienzo de un nuevo jubileo (Lucas 4:16-21). Vino a “anunciar la buena noticia a los pobres”, a “proclamar la libertad a los cautivos” y a “poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18). Jesús hizo realidad la visión del jubileo al inaugurar un reino radicalmente nuevo y pacífico en el mundo. La iglesia evangélica debe dar testimonio de un jubileo mayor y perpetuo inaugurado por Jesús, y en su incidencia pública dará testimonio a los legisladores por los encarcelados y sus familiares que anhelan justicia y restauración. Es evidente que el sistema de encarcelamiento masivo en la Florida necesita un jubileo.
Equipo Editorial de Mission Talk